Y es que, claro, yo no estaba acostumbrada a gastar todo mi tiempo en apuntes que no fueran esos que tú me ibas aclarando a lo largo y ancho de mis costados.
Subrayar
no tiene nada que ver con recorrernos a besos, ahí sí que me aprendía bien la
lección. No sé lo que leo porque ya me había hecho a leer entre líneas tu ironía y constante burla.
Ahora
los únicos que se burlan de mi son los apuntes, los Reales Decretos, Mitzberg y
todos sus malditos muertos que me quitan tiempo para estudiarte, más a fondo.
Porque
eres mi asignatura ansiada que no se resiste, la única que me mantiene
despierta toda la noche sin esas mierdas de Monsters, café o Redbull.
Tú
eres el que me da alas para volar alrededor de la luna si así lo deseo. El
monstruo de mis fantasías. La cafeína de mi, ahora, agria rutina.
Las
paredes de la cueva preguntan por ti, echan de menos las fiestas nocturnas y
los besos sonoros de antes de dormir.
He
agarrado con fuerza cada montón de apuntes para pulirlos bien y salir a matar;
y aunque la victoria no haya sido el merecido final, la derrota no me conoce.
Mas sin esperanza, y con pesimismo, aun me quedan fuerzas para abrazarte por
detrás, (como a ti te gusta), mientras te beso en la nuca, y volvemos a perder
otra batalla entre sábanas de franela y edredones mal colocados.
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