Hacía
ya tiempo que no necesitaba echar mano de esto. Mas ahora, sabiendo
quien se esconde detrás y se cuela por mis textos.
Anoche
aparqué mis piernas en doble fila, les eché la llave y fui volando
hasta aquel bar de la esquina donde solía ir cuando las bombas
amenazaban con explotar en mi barriga. Me dejé llevar y allí posé
mis labios, en esa jarra fría de grados calientes... El primer sorbo
fue directo a mi conciencia, el segundo sentí que se clavaba en mis
costillas. Y así, uno tras otro, destruyeron a la paciencia. Menos
mal que acabó allí y aquí todo sigue perdiendo sentido, porque
cuando volví creí amanecer a su lado y bastante equivocada era mi
realidad... Lo juro, corrí hasta el callejón trasero de aquella
tasca, y vomitando, escribí mi nombre en la pared. Hasta así era
más bonito... Nunca en la vida lo he logrado entender, quizás por
eso siempre vuelve y me asfixia. Se apodera de mi ser.
Que
puta es la vida cuando dice de joder
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