Mi escusa preferida del día. A malos momentos, café. Y es que siempre está frente a ti, sin pedirte nada a cambio y escucha tus pequeñas reflexiones que rondan por tu cabeza. Es tan solo el hecho de hacerlo y que toda la sala se impregne de ese olor, ese aroma que te deja sensación de bienestar interior. ¡Y que bien comienza el día! ¡Y que mal llevo ese examen! ¡Que mataría por que nada de esto ocurriese!… Tantas y tantas cosas… y después dicen que la almohada, ¿pero que me dices? Donde se ponga un buen café o bien sola o en compañía que se quite todo lo demás… Por que para mí ya es una forma de vida, una fuente de desahogo, una droga más que añadir a mi lista.
Que mal día esta mañana, pero que bueno que mi ropa huela a Cortado con mantequilla. Y que mis pensamientos ronden por aquella sala perdida sin rumbo alguno.
Donde las cosas que pasan se ahogan con un buen café.
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